l ex gerente general del Centro Radiológico de Copiapó, Felipe Julio en conversación con el diario chañarcillo, dice estar cansado de la incertidumbre por el lento avance de una investigación de tal magnitud.
Felipe Julio se desempeñó desde octubre de 2018 hasta agosto de 2022 como gerente general del Centro Radiológico de Copiapó, cuyo dueño es el doctor Gustavo Calderón Ayala, reconocido médico cirujano general especialista en radiología de la ciudad que ha ejercido por cerca de 45 años.
“Cuando llegué a trabajar al centro, éste se encontraba en una situación de casi quiebra, y fue justamente por eso que vine a tratar de buscar la mejor quiebra del radiológico. Es decir, intentar de quebrar la empresa manteniendo lo más que se pueda para los dueños, después de pagar todos los impuestos, y a los trabajadores y proveedores lo que corresponda”, relata.
De acuerdo a lo enunciado por el denunciante, “Existían unos contratos hechos con la municipalidad que correspondían a exámenes de mamografías y ecomamarias para alrededor de mil personas. Esos contratos se ganan por convenio marco en Mercado Público y, al minuto de adjudicarnos, nos llegaba el listado con el nombre, apellido, rut y carnet de los pacientes”, explica, aclarando que dichas listas venían con un retraso de aproximadamente dos años, tras la tramitación y envío desde el hospital a la municipalidad, donde se empezaban a gestionar los listados de mamografía.
“Entonces cuando llegaron los listados al centro, y las secretarías empezaron a llamar a los pacientes para agendar sus citas, comenzó a suceder que, a la hora de preguntar por la persona, nos enteramos por sus familiares que había fallecido precisamente por cáncer de mama, acusando que el gobierno no los había atendido y que el centro radiológico era el culpable de eso”, relata Julio, agregando que la complejidad de agendar las horas para esos exámenes, a pesar de que hubiera un contrato de por medio con la municipalidad, era hacerlas calzar con las horas que atendían de forma particular y a instituciones durante su horario de funcionamiento.
“Eran unos cuantos casos puntuales” (pacientes fallecidos), y que el retraso del listado podría deberse a la pandemia, Julio relata que, como equipo radiológico, realizaron una reunión con la idea de establecer un “protocolo” para llamar, considerando que, existía la posibilidad de que algunas de las personas que buscaban, estuvieran fallecidas.
“La idea era preguntar primero en qué situación se encontraba la persona a la que llamábamos, en lugar de preguntar directamente si estaba el paciente”, pero a pesar de contar con esa prevención, y a medida que continuaban llamando a los nombres en el listado, “nos dimos cuenta que, algo así como el 75-80% de las personas estaban muertas”, recuerda.
Ante la sorpresa del gran porcentaje de pacientes fallecidos,“revisémoslo, tal vez fue un error de la digitadora”. Pero esta creencia duró sólo hasta que recibió el informe contable realizado por auditoría externa para la rendición de cuentas, donde “aparecía que sobraban 500 millones de pesos”. dijo el ex gerente.
“En el centro radiológico se hacían los bonos falsos con el carnet de las personas, sacaban el código único y vendían bonos como Modalidad Libre Elección, donde no es necesario tener presencial al paciente. Entonces se vende, pero lo único que no ingresa es el copago, ya que no se realiza, por ende, no habían facturas de copago. Por ejemplo, de un bono que tiene un valor de $20.000, se deben pagar tres mil y el resto lo cancela Fonasa. Se tenía como justificar los 17.000 de Fonasa, pero los tres mil no existían, porque no había quién los pagará. Ahí estuvo el error”, explica.
“Por lo general, en la mayoría de las auditorías no es común que sobren utilidades, y menos $500 millones”, explica, agregando que “Calderón pagaba sus gastos personales con una cuenta vista que él había creado. Sin embargo, yo sólo tenía acceso a las cuentas corrientes, las originales ingresadas en la Superintendencia, donde nos reembolsará Fonasa y otros. Entonces, Calderón vendía bonos, y Fonasa los pagaba en esta cuenta vista que él había creado y de la que yo no tenía conocimiento, y menos acceso”.
A su vez, el denunciante se comunicó con Calderón por vía telefónica. “En ese momento le dije que ya sabía lo que ocurría, y él me dijo ´pero la plata es mía y me la llevo’”, recuerda, añadiendo que ese mismo día tomó la decisión de cerrar el centro radiológico y ver cómo podía llevar a cabo los despidos de las personas con el dinero que aún estaba dentro de las arcas para poder finiquitar a todos los trabajadores.
“Pero, lamentablemente, como Calderón era el dueño, retiró todas las platas de un día para otro, dejó las cuentas a las que yo tenía acceso en 0 y dejó cerca de 30 personas sin sueldo y finiquito, incluyendo trabajadores con 40 años de servicio. Aunque usualmente se pagan 11 años, aquí se debían cancelar los 40 por incumplimiento de contrato”, relata Julio.
Esa fue la última vez, de acuerdo con Julio, que tuvo comunicación con Calderón. Dice que no ha sabido más de él, ni siquiera a través de instancias legales.
“Después de esta última conversación, recopilé toda la información y se lo entregué a la Superintendencia de Salud, y esta última se lo envía a Fonasa, desde donde me informan que ya se habían emitido dos multas por 300 y 200 millones de pesos a las empresas de Calderón por bonos falsos”, subraya Felipe Julio.
Fuente: www.chanarcillo.cl