Académicos conectan proyectos para investigar la sustentabilidad de áreas de manejo, desde la socio-ecología

Tres estudios que se llevan a cabo entre las regiones de Atacama y O’Higgins, por parte de investigadores del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (SECOS), apuntan a comprender la conexión entre pescadores artesanales, las especies que co-manejan, la vulnerabilidad de la pesca artesanal frente al cambio global, y la cooperación y equidad en escenarios de incerteza. Las iniciativas apuntan a generar conocimientos para la gestión sustentable de los recursos marinos en el sistema socio-ecológico de la pesca artesanal.

En las últimas décadas, la co-gestión se ha promovido como una herramienta que puede permitir el uso sostenible de los recursos marinos, proporcionando derechos territoriales y de acceso a las comunidades pesqueras. En Chile, durante los últimos 30 años, este modelo funciona a través de las Áreas de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos (AMERB). En estas áreas, las asociaciones de pescadores artesanales elaboran planes de gestión y manejo, los que una vez aprobados por la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (SUBPESCA), otorgan derechos de uso exclusivos para extraer moluscos, invertebrados o algas, en un sector geográfico delimitado.

A lo largo de los años, múltiples investigaciones han demostrado que estas áreas co-gestionadas presentan mayores niveles de biodiversidad que las zonas de libre acceso. Por ello, la relación entre pescadores artesanales y sus áreas de manejo es clave en la gestión y manejo sustentable de los recursos marinos. Más aún, diversos estudios afirman que solo una parte del desempeño de las AMERB depende de las características biológicas del lugar. Es decir, la producción en un área no está sólo dada por las características del mar, sino que hay un contexto social que las determina.

En ese marco, un grupo de investigadores del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera (SECOS), estudia las interacciones en la pesca artesanal asociada a las AMERB. De esta forma, tres proyectos con financiamiento Fondecyt Regular abordan aspectos hasta el momento poco explorados, como el ajuste entre la conectividad social y la ecológica, la justicia y equidad, y la cooperación y capacidad adaptativa, en esta actividad socioecológica clave para miles de personas a lo largo de la costa nacional.

“El trabajo en la pesca artesanal a través de sus áreas de manejo, ha sido clave para mejorar la sustentabilidad de zonas costeras. Es importante conocer cuáles son las características sociales y ecológicas que determinan el desempeño de estas áreas de manera de priorizar organizaciones y geografías, para la implementación de programas de apoyo que tomen en cuenta los diferentes desafíos que enfrenta la pesca artesanal en Chile“, explica Stefan Gelcich, académico de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica y director SECOS.

Vulnerabilidad y capacidad de adaptarse

Rodrigo Estévez, académico de la Universidad Santo Tomás e investigador SECOS, estudia las dimensiones institucionales, sociales y culturales asociadas a la pesca artesanal. Hoy, bajo un contexto de cambio global, el sociólogo junto al académico UAI e investigador SECOS, Bernardo Broitman y también Stefan Gelcich, realizan investigación en la costa centro-norte de Chile para evaluar la vulnerabilidad de las comunidades de pescadores en áreas de manejo frente a distintos estresores, incluyendo variaciones de temperatura en el océano, la pesca ilegal y las fluctuaciones del mercado.

Un elemento clave de la investigación consiste en conocer la capacidad adaptativa que tienen los pescadores artesanales y sus organizaciones para enfrentar estos cambios, así como su nivel de exposición y sensibilidad. Así, el estudio permitirá indagar en estrategias de gestión más efectivas para reducir la vulnerabilidad ante estas condiciones.

“Tenemos todavía mucha incerteza respecto a cómo el cambio climático, y otros estresores antrópicos, afectan a la zona costera. Por un lado, este proyecto avanza en entender cómo la variabilidad oceanográfica impacta en la productividad de los recursos bentónicos, y por otro lado, nos interesa también evaluar cuál es la capacidad de las comunidades para enfrentar estos potenciales cambios ambientales y antrópicos”, explica Estévez, también investigador del Centro de Investigación e Innovación para el Cambio Climático (CiiCC) de la Universidad Santo Tomás.

Conectividad social y ecológica entre AMERB y sus recursos

Pilar Haye, académica de la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad Católica del Norte y directora alterna del Instituto Milenio SECOS, estudia la estructura genética espacial y temporal de las especies marinas. Hoy, indaga la conectividad socio-ecológica, considerando cuán conectadas ecológicamente están las especies marinas explotadas estimadas con marcadores de ADN, entre AMERB, y cuán conectados en el aspecto social, están los pescadores en más de 30 AMERBS en las regiones de Atacama, Coquimbo y Valparaíso.

El proyecto se enfoca en la gestión de las tres principales especies de fondos duros explotadas por buzos mariscadores en AMERB: el loco (Concholepas concholepas), la lapa negra (Fissurella latimarginata) y el erizo rojo (Loxechinus albus); y en las personas cuyo oficio es la extracción de estos recursos. En esta iniciativa también participan: Stefan Gelcich, académico UC y director de SECOS; Andrés Marin, académico de la Universidad de Los Lagos e investigador colaborador de SECOS; y Pablo Romero, sociólogo y profesional de apoyo SECOS.

La iniciativa parte de la premisa que tanto las personas como las especies marinas, pueden estar conectadas a distancias geográficas diferentes. Por ejemplo, las asociaciones de pescadores podrían estar conectadas entre caletas que se ubican a una distancia cercana y, en cambio, los recursos marinos podrían estar conectados a cientos o incluso miles de kilómetros.

“Este estudio busca comprender la brecha de la diferencia entre las escalas social y ecológica. Podría haber una discordancia en cómo las personas gestionan el recurso y cómo la naturaleza funciona. Si no hay coherencia, será poco sustentable en el tiempo, porque el manejo estaría aplicándose a una escala distinta a la de la biología de las especies, según las necesidades humanas. Es un proyecto que nos permitirá proponer, en su última etapa, un modelo de co-manejo de los recurso que sea más coherente y coordinado entre las dimensiones sociales y ecológicas. Si bien recién estamos analizando adecuadamente los posibles desajustes de escala, lo que avancemos va a ser importante para avanzar hacia una mayor sustentabilidad de estos recursos y para el estudio de desajustes en otros sistemas socio-ecológicos”, explica la académica.

Equidad, cooperación y adaptabilidad en la co-gestión

Por su parte, el académico de la Facultad de Ciencias Biológicas UC y director del Instituto Milenio SECOS, Stefan Gelcich, estudia la interacción entre sistemas socio-ecológicos en zonas costeras, la conservación y manejo sustentable de recursos marinos. Hoy, uno de sus proyectos ―junto a Estévez y el economista de la Universidad Católica de Temuco, Cristian Rojas como co-investigadores―, se centra en comprender cómo los pescadores e integrantes de la comunidad toman decisiones y responden ante la incertidumbre generada por los cambios globales. Así, el trabajo explora cómo las decisiones relacionadas con la equidad y la cooperación, afectan la biodiversidad y los recursos comerciales en áreas de manejo entre las regiones de Antofagasta y O’Higgins.

La investigación pretende entender cómo el cambio climático y otros estresores afectan a sus recursos marinos y cómo pueden manejar mejor sus áreas de pesca, con foco en sustentabilidad.

“Esta exploración es esencial para que la co-gestión tenga un impacto positivo en la sustentabilidad y la viabilidad de la pesca a pequeña artesanal, y nos permitirá conocer cómo la incertidumbre ambiental puede facilitar o socavar la cogestión en Chile”, explica Gelcich, también investigador del centro CAPES.

Posteriormente, se revisarán casos de asociaciones que han encontrado formas creativas de adaptarse a los desafíos en sus áreas de manejo, para aprender de sus experiencias y ver qué estrategias son las más efectivas para enfrentar los cambios. Una de estas estrategias ha sido la implementación de zonas de no extracción en áreas de manejo, conocidas como Refugios Marinos.

«Los Refugios Marinos han resultado ser un abanico de oportunidades para enfrentar los desafíos de los cambios globales. Si bien esto comienza como un programa de conservación y restauración, luego de un tiempo los propios sindicatos de pescadores han detectado que esta medida puede ser una solución para otros desafíos que enfrentan, y que van más allá de este programa. Genera educación ambiental, entendimiento de la gestión responsable de la pesca y de cómo uno, desde la comunidad, puede colaborar en el rol que tiene el pescador para poder traernos los recursos a nuestras mesas. También creo que han resultado ser una herramienta de cohesión social», reflexiona Rodrigo Sánchez, director ejecutivo de Capital Azul, quienes junto a los sindicatos establecen estas áreas marinas de no extracción en AMERB.

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