IMO continúa estudios en la Fosa de Atacama con crucero entre Antofagasta y Coquimbo

A días del comienzo de la expedición científica a bordo del buque oceanográfico de la Armada Cabo de Hornos, el Instituto Milenio de Oceanografía (IMO) se encuentra afinando los últimos detalles para el inicio de la investigación científica en la zona de mínimo de oxígeno (ZMO) sobre la Fosa de Atacama.

Serán 20 días de navegación entre Antofagasta y Coquimbo, partiendo el 1 de octubre desde Valparaíso, lo que será posible gracias a la adjudicación del Concurso ANID de Asignación de Buque Oceanográfico 2024, que brinda acceso a esta plataforma para investigación oceanográfica, pesquera e hidrográfica oceánica.

Los estudios estarán a cargo de 25 científicos/as y estudiantes IMO de las universidades de Concepción, de Antofagasta, Pontificia Católica de Chile, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas, coordinados por el jefe científico del crucero, Dr. Igor Fernández Urruzola.

Fernández afirma que esta expedición es fundamental para resolver preguntas relacionadas con el funcionamiento de la Fosa de Atacama -la franja que recorre el océano de parte de Perú y Chile en la zona de contacto entre las placas de Nazca y Sudamericana, con un máximo de 8 mil 81 metros- y la ZMO, una capa de la columna de agua que en el área de estudio se sitúa entre los 50 y 450 metros.

Misión prioritaria del crucero -que contempla cinco estaciones- será la recuperación del observatorio instalado hace un año en la Fosa y en el talud continental, un gran desafío desde el punto de vista logístico, considerando la profundidad a que está el instrumental, y las condiciones adversas de ese ecosistema, con temperaturas en torno a los dos grados y presiones hidrostáticas extremas.

“En estas circunstancias, aumenta drásticamente la probabilidad de que cualquiera de los instrumentos deje de funcionar adecuadamente en algún momento durante el año en que ha estado desplegado”, dice.

Solo ahora se sabrá si los dos anclajes, dotados de numerosos sensores, y las tres trampas de sedimentos funcionaron correctamente y si lograron recolectar los datos y muestras oceanográficas que los científicos necesitan.

El Dr. Fernández explica que la información de los sensores ayudará a comprender el funcionamiento general del ecosistema hadal (bajo los seis mil metros), incluyendo patrones de circulación de las masas de agua en el interior de la fosa, su edad y características físico-químicas.

“Asimismo, el material particulado que habría sido recolectado en las trampas de sedimento arrojará información acerca de las dinámicas de sedimentación, que relacionaremos con procesos sísmicos u otros que puedan haber ocurrido en capas más superficiales de la columna de agua, así como el origen y la calidad de la materia orgánica que sostiene la vida en la Fosa de Atacama. Por otro lado, nos permitirá estudiar una conectividad biológica a lo largo de una columna de agua que abarca más de 8 km en su extensión vertical”, agrega.

 

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