Por Ulises Carabantes Ahumada. Ingeniero Civil Industrial. Analista de actualidad. Escritor.
Estimado lector, en las próximas líneas podrá leer un muy breve pero descriptivo resumen de algunos capítulos del libro Chile 1973. Quien quiera profundizar en esta materia y desee comprar el libro, consulte al correo ucarabantes@gmail.com, para las ediciones en Chile como también en España. Esta es la sexta de trece publicaciones sabatinas que efectuaré hasta el sábado 9 de septiembre.
Al finalizar junio de 1973 no se veía una salida pacífica a la grave crisis por la que pasaba Chile, sólo los negros nubarrones de la guerra civil se divisaban en el horizonte. El comandante en jefe del ejército, general Carlos Prats, facasó en la acción política que constitucionalmente no le correspondía desarrollar y a la que fue llevado por el presidente de la república Salvador Allende, como fue sentarse a conversar con cada uno de los partidos de la Unidad Popular, buscando que estos aceptaran una tregua con la oposición, efectuando concesiones programáticas que pasaban por ordenar el sistema productivo de Chile que había sido llevado a la anarquía total. Prats no logró minimizar ni menos eliminar la condición básica para que se desencadenara la guerra civil, como era la existencia de dos bandos irreconciliables y sin ninguna vocación de acuerdo entre ellos.
Como se expresó en una publicación anterior a ésta, junio de 1973 finalizó también con la asonada del regimiento blindado N° 2 bajo el mando del teniente coronel Roberto Souper y que quedó para la historia como el “tancazo”. Era lo que el general Augusto Pinochet había anunciado al general Prats como posibles “desbordes” en el ejército. Por otra parte, los enfrentamientos en las calles eran algo diario, el desabastecimiento de elementos básicos para la vida de las personas aumentaba día a día y también se producían “desbordes” en la Unidad Popular, cuyos principales partidos, comunista y socialista, publicaron una dura crítica al presidente Allende a través del diario comunista El Siglo, por haber recibido en La Moneda a dirigentes de los mineros de la mina El Teniente, que estaban en huelga.
Por otra parte fracasó el proyecto Sierra Alfa, que desarrollaría el Frente Nacionalista Patria y Libertad en la cordillera de Mendoza, en la llamada Sierra Nevada y que contemplaba la preparación militar de quinientos chilenos y su equipamiento, para ingresar a Chile e iniciar la lucha armada en contra del gobierno, contando dentro del plan que se sumaran unidades de las fuerzas armadas. De la acción de Patria y Libertad en territorio argentino estaba en conocimiento un alto oficial de inteligencia del ejército de dicho país. El proyecto Sierra Alfa fracasó por el percanse aéreo que tuvo el líder de tal iniciativa, Roberto Thieme, cuyo avión tuvo desperfectos técnicos en un vuelo que efectuaba desde Buenos Aires a Mendoza junto a Miguel Sessa, a fines de abril de 1973. Tal hecho trajo como consecuencia la detención de los dos nacionalistas chilenos por parte de la policía federal argentina en Mendoza, propagándose la información por los medios de comunicación, quedando al descubierto la falsa caída de Thieme al mar frente a Concepción en febrero del mismo 1973. Por el nexo que Thieme había establecido con el ejército argentino, tanto éste como Sessa fueron liberados y oficiales de inteligencia de las fuerzas armadas argentinas les sugirieron solicitar asilo político en Argentina, comprometiéndose estos militares a acelerar la otorgación de dicho asilo por parte del presidente Alejandro Agustín Lanusse. En paralelo, grupos izquierdistas argentinos protestaban frente al regimiento de Mendoza, donde estaban Thieme y Sessa, por la protección que recibían los dos fascistas chilenos.
Finalmente, se le otorgó el asilo a Roberto Thieme y Miguel Sessa por parte del gobierno argentino y el gobierno chileno solicitó la extradición de ambos. Por tal motivo tomaron la decisión del ingreso clandestino de Miguel Sessa a Chile para que continuara con la organización de las brigadas operacionales y Thieme salió hacia Paraguay para reingresar a Argentina con identidad falsa y continuar con el proyecto Sierra Alfa, no obstante instalarse en Argentina un nuevo gobierno, el del peronista Héctor Cámpora. Sin embargo, el propósito de continuar adelante con este proyecto no prosperó y Roberto Thieme retornó clandestinamente a Chile.
El 16 de julio de 1973 Thieme reapareció en Santiago dando una conferencia de prensa de carácter clandestino en un restaurante de Las Condes. En ella, Patria y Libertad anunció que se sumergía en la clandestinidad e iniciaba la lucha armada en contra del gobierno de Allende.
Por otra parte, al día siguiente, 17 de julio, la organización de extrema izquierda, MIR, efectuó un masivo acto en el teatro Caupolicán de Santiago, en el que habló su máximo líder Miguel Enríquez. Criticó Enríquez los intentos que hacía el gobierno por llegar a un acuerdo con la oposición, señalando que su organización seguía su propia ruta revolucionaria, la consabida lucha armada. Enríquez era interrumpido por sus seguidores con lo que era un verdadero grito de guerra “¡Pueblo!, ¡Conciencia!, ¡Fusil!, ¡MIR, MIR!”.
Miguel Enríquez llamó a acentuar una de las causas principales de la anarquía económica y el desabastecimeinto, las tomas ilegales de fábricas y fundos, como así también la ruptura de la república y la atomización de esta a partir de sobrepasar los tres poderes del Estado, proclamando: “Los revolucionarios y los trabajadores deben de inmediato extender ‘las tomas’ de fábricas y fundos, multiplicar las tareas de defensa, impulsar el ‘poder popular’, como gobierno local, autónomo de los poderes del Estado”.
El máximo líder del MIR hizo gala de un lenguaje de guerra, utilizando los términos “atrincheramiento”, “enfrentamientos”, calificando su accionar como “actos de combate”, haciendo un llamado a sus seguidores a “reemprender con más fuerza que nunca la lucha sin cuartel” contra lo que llamó “clases patronales”, y en contra de políticos como Sergio Onofre Jarpa y Eduardo Frei. Ante esta arenga los seguidores de Enríquez respondieron gritando en una sola voz “¡Paredón!, ¡Paredón!, ¡Paredón!, ¡Paredón!”, llamando a la ejecución de quienes consideraban sus enemigos.
Junto con invocar la “lucha sin cuartel”, Miguel Enríquez llamó al quiebre de las fuerzas armadas, es decir, a que se concretara la segunda condición para la guerra civil al dividirse las instituciones castrenses y proclamó que una vez infiltradas por parte del MIR las fuerzas armadas y carabineros, toda las formas de luchas serían legítimas. Para Enríquez, cualquiera sea la manera, ésta era válida si con eso se lograba el objetivo de eliminar a sus enemigos. Textualmente Enríquez señaló: “Los suboficiales y carabineros deberán desobedecer las ódenes de los oficiales golpistas y en ese caso todas las formas de lucha se harán legítimas, entonces si que será cierto que los trabajadores con los soldados, los marineros, los carabineros, los suboficiales y los oficiales anti golpistas, tendrán el derecho a construir su propio ejército, el ejército del pueblo”. Fue el llamado a la guerra civil y una forma de proceder sin contemplaciones en contra de sus enemigos. De la misma manera le vendría posteriormente la respuesta a Enríquez y su organización.
En julio de 1973 se comenzaba a configurar definitivamente el escenario para la sangrienta guerra interna. Por una parte el general Carlos Prats no tuvo éxito en eliminar la condición básica, la existencia en Chile de dos facciones irreconciliables dispuestas a la destrucción de la una sobre la otra. Los partidos de la Unidad Popular no consideraron válido el llamado de Prats y el MIR llevaba su camino “revolucionario” propio, que no atendía ningún tipo de razones. Por otra parte, el Frente Nacionalista Patria y Libertad declaró la lucha armada en contra del gobierno. La condición básica, primaria, estaba dada. Faltaba la segunda para concretar la guerra civil: la división de las fuerzas armadas, por la que se estaban jugando el partido comunista y el partido socialista, de acuerdo con lo expresado por sus máximos dirigentes al general Carlos Prats, el MIR, expresado claramente por su máximo líder Miguel Enríquez y por Patria y Libertad, agrupación de extrema derecha que esperaba sumar regimientos cuando iniciara la lucha armada en contra del gobierno. La toma de posición de las fuerzas armadas en forma fracturada por ambos bandos era sinónimo de la guerra civil que le costaría a Chile un mínimo de quinientos mil muertos, según las proyecciones castrenses de la época. A esas alturas, sólo una intervención sin quiebres, es decir unida de las fuerzas armadas, evitaría tal catástrofe a Chile. Prats fracasó en su intervención buscando lograr una tregua política. Habría que ver si era posible evitar la división del ejército, armada, fuerza aérea y carabineros y con esto evitar la guerra civil.
Si durante las trece publicaciones de este ciclo histórico, alguno de mis lectores se interesa en tener el libro Chile 1973; tanto para la edición en Chile como en España, pueden hacer llegar su consulta al correo electrónico ucarabantes@gmail.com
Los espero el próximo sábado 29 de julio con la séptima publicación histórica, la que llevará por título Cincuenta Años: Se Acentúa la Violencia.