Los análisis sobre la acusación constitucional contra el Presidente Sebastián Piñera pusieron en un primer momento mayor atención en el resultado de lo ocurrido, en la extensa sesión de 22 horas, más que sobre el proceso para llegar a ese resultado. Los resultados importan, pero el proceso también.
Conforme han ido pasando las horas el análisis sobre el proceso abrió el debate sobre lo que algunos consideran un esfuerzo ‘épico’ y los que lo califican de un ‘show’ que afectó seriamente la imagen de la política y de una de las instituciones clave de la democracia como es el parlamento. Todo esto ocurrió ante los ojos de los ciudadanos espectadores. De ahí que las formas son un elemento que no podemos soslayar en el análisis del proceso.
La política en Chile viene mostrando cada vez más elementos de lo que se asocia con una “democracia de audiencias”. Con este concepto Bernard Manin buscaba referirse al momento actual por el que atraviesan las democracias; caracterizado por el aumento interrelacional entre el sistema político democrático y el modelo de las audiencias televisivas.
En línea con lo anterior, en nuestro país crecientemente observamos la emergencia de ciudadanos pasivos en una “democracia ocular”. Jeffrey Green plantea que asistimos a la evolución de la democracia de la lengua hasta esta democracia ocular en la que la política se desarrolla ante los ojos de la gente.
De este modo las formas en comunicación política no son accesorias y muchos menos irrelevantes. Estas pueden contribuir al logro de determinados objetivos. Y también impedirlos.
Atribuida al ideólogo del PRI, Jesús Reyes Heroles, la frase “en política la forma es fondo”, significa que los modos, gestos, actitudes, comportamientos, palabras, etc., o sea, lo externo, es materia o substancia que puede influir en decisiones trascendentales en la carrera de un político o funcionario público. La significación de esta frase deriva en que los procedimientos y la manera en que se articula la política, son tan relevantes como la materia misma, pues son su propio reflejo y consecuencia. En paralelo a ese concepto de política práctica, la forma de las instituciones es igual de importante que su objeto.
De lo ocurrido en sesión de la Cámara de Diputados lo que quedará en la retina de la opinión pública es la forma en que esta se desarrolló más que el fondo de lo que estaba en juego. Los bloqueos procedimentales entre oficialismo y oposición, el debut de la práctica del “filibusterismo”, las polémicas por el cumplimento de cuarentenas y PCR incluidos, la espectacularidad de la llegada de dos diputados hizo que en el balance final la sesión estuviera lejos de ser percibida como un acto republicano. Este dato no es menor dado lo delicado de la decisión que estaba en juego.
No cabe duda que crece la brecha entre lo que piensa el ciudadano y lo que ve hacer a los políticos, es decir, entre lo que el ciudadano considera necesario y lo que la política, en su opinión, desatiende. Es momento que nuestra elite del poder entendienda que en política cada vez más, las cosas no son lo que son sino lo que parecen. La consecuencia de ignorar este desajuste es la frustración y la reafirmación de los sentimientos negativos hacia la política y la desconfianza con ella.