Región de Atacama: tierra árida para que florezca la juventud y sus sueños

Por Enrique Soto Guerrero, Periodista.

Según la Décima Encuesta Nacional de Juventudes 2023, realizada por el INJUV, en Atacama existen cerca de 67.000 jóvenes de entre 15 a 29 años, representando apenas un 1.6% del total nacional, anotando una disminución de un 0,2% respecto a 2018 cuando este rango etario alcanzó el 1.8%.

A medida que las ciudades se vuelven más atractivas, en cuanto a oferta de bienes y servicios, los jóvenes atacameños deben emigrar a la capital regional para mejorar sus precarias condiciones de vida, despoblando comunas aledañas y localidades rurales que lentamente van muriendo, tras quedarse sin juventud que aporte fuerza y experiencia en aquellos espacios.

Sin embargo, la calidad de vida que persiguen no logran encontrarla siquiera en una ciudad tan rica como Copiapó. Imposibilidad de acceder a la vivienda propia, altos costos del mercado de arriendos, precariedad en sus lugares de trabajo, ante un mercado poco y nada diverso, dificultoso acceso a la salud mental y falta de espacios de recreación y áreas verdes, son algunos de los problemas que jóvenes deben hacer frente.

No hay dudas que la Región de Atacama es una tierra que tiene mucho que ofrecer a este segmento de la sociedad. Lamentablemente, han sido décadas de abandono por parte de nuestras autoridades y de los diferentes gobiernos que, al ver que nuestra región tiene poco peso electoral, se desentienden de sus obligaciones con sus territorios.

Hoy tenemos una oportunidad única de poder generar políticas públicas que pongan el foco en la juventud y que frenen la fuga de talentos que actualmente arrastra Atacama. En ese sentido, la cooperación público privada se hace una necesidad de primer orden para enfrentar un desafío complejo, más no imposible: convertir a Atacama en una zona que sea convocante y que le haga sentido a nuestros jóvenes vivirla.

Pero las barreras de acceso a mejor condición de vida no solo debe pasar por decisiones políticas, sino también por remover a quienes hoy en día son los que determinan estas y que tienen impregnada la burocracia, malas prácticas y el principio del mínimo esfuerzo.

Necesitamos que aquellos grupos históricamente marginados del quehacer político hoy puedan, ejerciendo labores de liderazgo, también constituirse como actores claves a la hora de la planificación de nuestras ciudades, de nuestros derechos y deberes. A nuestra región le urge la renovación y la llegada de juventud en aquellos espacios de decisión. Será un desafío para nuestra generación estar dispuestos a la disputa de los gobiernos comunales y del Gobierno Regional para cambiar nuestra suerte en esta tierra desértica y árida con nuestros jóvenes.

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