Una soleada mañana en el Santuario recibió a las peregrinas y peregrinos que llegaron para participar de la Misa Solemne, este domingo 4 de febrero, en el marco de la Fiesta de La Candelaria de Copiapó.
La misa fue presidida por el obispo, Mons. Ricardo Morales, acompañado de sacerdotes, diáconos, y el obispo emérito, Mons. Gaspar Quintana, quien es precisamente el autor de esta misa, escrita en verso para ser cantada junto con los bailes religiosos.
Como es tradición, los bailes entronizaron la Palabra. Luego de la liturgia de la Palabra, el obispo comenzó su homilía dando gracias “con el corazón lleno de alegría, por estar acá como Pueblo de Dios”. Dijo que Jesús fue una amenaza para algunos, aun siendo niño. “Hoy también los niños son una amenaza, el índice de natalidad ha bajado enormemente, las familias no quieren tener hijos. Y ojalá que los niños no griten, no molesten”, constató.
Refiriéndose a las personas que aparecen en el evangelio, los ancianos Simeón y Ana, lamentó que “hoy maquillamos la vejez, queremos ser siempre jóvenes” y dijo que “la riqueza que tenemos como pueblo está en los mayores, nos hace falta escuchar a nuestros mayores. Viejo es como una ofensa, aunque debería ser un orgullo porque por tu vida ha pasado mucha historia. Nuestra tierra de Atacama le debe mucho a los ancianos. El Señor nos ayude a mirarlos a ellos con bondad, con dulzura, sus arrugas son signo de vida y de sabiduría”.
El ofertorio estuvo a cargo de integrantes de bailes religiosos, que presentaron el pan y el vino junto con implementos de los bailes, como la flauta, el culero y el tambor.
Los bailes continuaron bailando en el patio del Santuario durante toda la jornada, reuniendo a cientos de familias que llegaron al lugar para verlos bailar y admirar su devoción.