Lo sucedido entre el 24 al 26 de marzo del 2015 seguramente es la mayor de las catástrofes ocurridas en Atacama en casi un siglo, solo superada por el terremoto de 1922. Las precipitaciones que afectaron a toda la región en ese lapso de tiempo provocaron descomunales aluviones que bajaron desde diversas quebradas a lo largo de los valles transversales de la región y cobraron la vida de decenas de personas y una vasta destrucción de infraestructura pública y privada.
El martes 24 del 2015, la ONEMI declaró alerta temprana por la llegada de un núcleo frío que dejaría entre 10 a 20 mm de agua caída en los valles y nevazones en sectores cordilleranos, aunque nadie especificaba sobre que altura, la que sería uno de los factores que desencadenaría la tragedia. Durante la madrugada de aquel día, una inusual tormenta eléctrica acompañada de precipitaciones afectó a Copiapó y otras ciudades de la región. Ya al medio día de esa misma jornada, abundante agua comenzaba a llegar a la quebrada Paipote proveniente de los sectores cordilleranos y pobladores se acercaban a la orilla de la defensa, donde ya se observaba basura que se comenzaba a acumular en el puente y que luego se convertiría en otro detonante del desastre (Foto. 2). Un poco más tarde, a eso de las 18:00, el rio Copiapó reaparecía en gloria y majestad en el sector de entrepuentes de la capital regional (Foto. 3), trayendo alegría a la asombrada población copiapina que se acercó en masa a ver el retorno de la arteria del valle, fenómeno que había ocurrido de forma efímera en julio del 2011; parecía que los bailes folclóricos, plegarias, cánticos y carteles que se vieron el domingo pasado habían surtido efecto.
Peor fue el escenario que ocurrió en la comuna de Alto del Carmen, donde varias quebradas bajaron destruyendo 6 casas y dejando 24 personas damnificadas. Durante el día se activaron distintas organizaciones gubernamentales para dar ayuda a aquellos que habían tenido problemas a lo largo de la región.
El anochecer del 24 se encontraba parcialmente nublado, se veían las estrellas en varios sectores y a pesar de los pronósticos adversos (sobre 20 mm), muchos pensaron que la lluvia había pasado, sin embargo, cerca de la media noche el cielo se encapotó y una nueva tormenta eléctrica e intensa lluvia comenzó a azotar toda la región provocado el colapso de los cauces tanto de la quebrada Paipote y del rio Copiapó a eso de las 4 am.
Con las primeras luces de 25 de marzo, la algarabía por el regreso del rio cambió por amargura, rabia y dolor. Paipote y parte del pueblo San Fernando habían sido arrasados por el aluvión; un 72% del área urbana de Copiapó resultó anegada. En la intersección de la quebrada Paipote y el rio Copiapó, la inundación alcanzó 3.8 m por sobre el suelo, incluso en algunas poblaciones más de 2 m de fango se acumularon y muchas casas de dos pisos vieron su planta baja colmatada de barro.
En varias localidades valle arriba, como Los Loros, San Antonio y otras, la bajada de las quebradas desde los escarpados flancos de los cerros que las rodean, causaron un sinnúmero de estragos.
El parque Kaukari, el mall (Foto. 4) y el sector de la alameda, en especial calles Viel y Las Heras, sufrieron una gran inundación producto de algunas obras ingenieriles hechas a la ligera y, probablemente, por afuerinos que desestimaron que el mustio río Copiapó podía volver con fuerza como sucedió en 1997. Esto, se sumaba a que la calle Los Carrera, convertido ahora en un furioso torrente, causó anegamientos significativos y destrucción de casas a lo largo de toda su extensión, terminando en la alameda donde el flujo de barro entró violentamente al hogar de la familia Salinas llevando todo a su paso, siguiendo su camino hacia la estación de ferrocarriles lugar en que se unía con lo que venía descendiendo por Juan Martínez, ese flujo continuaba por la ruta 5 hasta incluso la Copec, en las afueras de la ciudad.
No obstante, los mayores perjuicios se los llevaron las ciudades y pueblos de la provincia de Chañaral a lo largo del valle del Río Salado. Diego de Almagro, El Salado y Chañaral, bautizada como “sitio cero” por la prensa, vieron que la rápida bajada del agua provocó devastación total, dejando una cicatriz que partió las ciudades y cortó por mucho tiempo el país en dos, además de cambiar significativamente el relieve costero de la capital provincial.
31 fallecidos, 16 desaparecidos, más de 10.000 damnificados y millonarias pérdidas económicas fue el saldo de este fenómeno climático en la región.
Fuente: https://www.revistatierraculta.cl/?p=14924