Compañías mineras han entendido el verdadero valor del agua y migran hacia alternativas cada vez más sustentables

Actualmente en Chile atravesamos una de las crisis hídricas más graves de nuestra historia, desde 1915. La disminución de la lluvia, que trae consigo el efecto de escasez de agua, avanza desde el norte del país afectando especialmente a la cuarta y quinta región, así como la zona central.

De hecho, las cifras demuestran que, en 2019, la Región Metropolitana (RM) declaró 17 comunas en “emergencia hídrica”, y la tendencia parece indicar que la demanda de este recurso no se verá reducida en el corto plazo, sino todo lo contrario: aumentará. Esto debido a que Chile tiene una de las economías más dinámicas de Latinoamérica, sumado a un crecimiento demográfico acelerado, lo que exige que las industrias deban implementar alternativas sostenibles para el uso y la obtención del agua para procesos industriales, no solo por generación de conciencia ecológica, sino porque las normativas de nuestro país así lo comienzan a exigir.

En este contexto se enmarca la Política Nacional Minera 2050, cuyos Objetivos Estratégicos Ambientales establecen la prioridad de que Chile lidere el modelo de economía circular a través de la reutilización de residuos y uso eficiente de recursos, además de cumplir, al 2040, con la meta de no superar el 5% de uso de agua continental de las aguas totales utilizadas.

Para dar respuesta a esta necesidad, las empresas especialistas en innovación e infraestructura sostenible se han puesto a la vanguardia para abordar con conciencia esta problemática que atañe a la sociedad en su conjunto y brindar soluciones que permitan cumplir con las metas a nivel nacional.

En este sentido, Jean Pereira, gerente de Proyectos en Black & Veatch Chile, comenta que, actualmente, en la compañía disponen de un abanico de opciones bastante amplio en cuanto a alternativas para la obtención de agua de mar desalinizada para la industria minera. “Proveemos desde el estudio conceptual hasta los servicios profesionales para la puesta en marcha de una planta desalinizadora. Por otro lado, también somos capaces de apoyar a los clientes en la búsqueda de nuevas tecnologías y en la optimización de los procesos que les permitan aumentar su capacidad de recuperación de aguas resultantes del proceso de refinación y transporte del mineral de cobre, como es el caso del tratamiento de efluentes del proceso de filtrado del concentrado”, asegura.

No obstante, el ejecutivo resalta que la oferta de alternativas y el know how industrial que caracteriza a Black & Veatch debe ir de la mano con una asesoría integral que permita responder a la necesidad que como país estamos atravesando. “Un punto muy importante que vale la pena destacar es el acompañamiento que realizamos a cada uno de nuestros clientes mineros con el fin de contribuir a que la industria aprecie el verdadero valor del agua, y lo hemos logrado. Las compañías han entendido que, si quieren aumentar y/o mantener sus niveles de producción, deben pensar en alternativas sustentables, sabiendo que actualmente es escasa, o bien, no hay más accesos adicionales a aguas de origen continental para procesos industriales. Este no es un proceso corto, pero en líneas generales la respuesta ha sido bastante positiva”.

Sin embargo, el factor “costos” es un elemento que aún juega un rol fundamental en la posibilidad de que las industrias mineras puedan optar por fuentes de agua “alternativas”, como, por ejemplo, el agua desalada para sus procesos, por lo que “este punto debe avanzar aún más para que el acceso a agua desalinizada tenga mayor amplitud”, añade Pereira.

Por esta razón, Black & Veatch sigue innovando con tecnologías que permitan a la industria implementar nuevos sistemas de recuperación de agua, a fin de que todo el rubro en general pueda cumplir de una u otra forma con sus metas de producción sustentable.

Con todo lo anterior, queda en evidencia que alcanzar las metas que Chile está estableciendo para la industria minera resultan posibles gracias a la respuesta positiva que va demostrando en cuanto al cambio de conciencia que se necesita, sumado al cumplimiento de normativas que exigen incrementar la productividad sustentable y la competitividad de la industria con el objetivo de disminuir el impacto ambiental.

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