La iniciativa de Guacolda Energía busca reducir emisiones, pero especialistas alertan sobre los efectos no comprobados de la tecnología en el medioambiente y la salud de la población.
En medio del debate sobre la transición energética en Chile, la empresa Guacolda Energía, que opera cinco termoeléctricas en la ciudad de Huasco, región de Atacama, ha propuesto un método experimental que combina la quema de carbón con amoníaco para disminuir la contaminación. Sin embargo, la iniciativa ha generado preocupación entre especialistas y comunidades locales, debido a la falta de pruebas a escala industrial y los posibles riesgos ambientales.
Huasco es una de las zonas más afectadas por la contaminación en Chile. Un estudio de la Universidad Católica reveló que los habitantes de la ciudad tienen un 71% más de riesgo de morir por enfermedades cardiovasculares en comparación con la media nacional, un problema atribuido a la contaminación acumulada por las termoeléctricas. En este contexto, cualquier cambio en los procesos industriales genera gran interés y escepticismo en la comunidad y entre los expertos.
La propuesta de quemar carbón con amoníaco busca reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2), pero según el informe de la coalición Chao Carbón, este método podría incrementar la emisión de óxidos de nitrógeno, compuestos que contribuyen al smog, la lluvia ácida y la destrucción de la capa de ozono. Además, los especialistas advierten que la tecnología aún no ha sido probada a escala comercial, excepto en un proyecto piloto en Japón.
“El principio precautorio debería prevalecer en este caso. No se deben introducir procesos experimentales sin estudios concluyentes sobre sus impactos”, sostuvo el doctor Yuri Carvajal, presidente del departamento de medio ambiente del Colegio Médico.
La coalición Chao Carbón, compuesta por 16 organizaciones como Greenpeace y FIMA, señala que la propuesta de Guacolda busca extender la operación de las plantas hasta 2040, retrasando la descarbonización del país y prolongando las emisiones de contaminantes como material particulado y dióxido de azufre. Aunque valoran los avances normativos que establecen límites más estrictos para ciertas emisiones, critican que las regulaciones actuales no disminuyan las emisiones máximas de óxidos de nitrógeno, lo que beneficiaría el uso de esta tecnología.
Chile ha logrado avances significativos en la descarbonización, con el cierre proyectado de 20 de las 28 termoeléctricas para 2025. Sin embargo, aún existen ocho plantas que no tienen fecha de cierre anticipado, incluidas las operadas por Guacolda. Esto ha generado un llamado por parte de organizaciones ambientales para establecer metas más ambiciosas y acelerar la transición hacia fuentes de energía renovables.
La propuesta de Guacolda Energía pone en evidencia las tensiones entre la necesidad de reducir emisiones y la urgencia de avanzar hacia una transición energética más limpia. Mientras tanto, las comunidades locales y los expertos exigen que cualquier nueva tecnología se implemente con base en evidencia sólida y bajo estrictas regulaciones que prioricen la salud pública y la sostenibilidad ambiental.