Un equipo de la sede del INDH se desplazó a la comuna de Vallenar, en la cual se proyecta la construcción de una planta de generación eléctrica. Esta afectaría el trabajo que se desarrolla con personas del espectro autista, además de generar importan polución durante la fase de construcción.
La jefa de Atacama del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), Marcia Quezada, y el abogado de la sede, Jorge Puelles, concurrieron a las instalaciones de la Fundación Laberinto de Luz por una eventual vulneración de derechos de grupos de especial protección. Esta fundación realiza terapias con niños, niñas y adolescentes del espectro autista y en sus cercanías se contempla instalar un parque fotovoltaico.
En noviembre pasado el Servicio de Evaluación de Impacto Ambiental (SEA) recibió a trámite el Parque Fotovoltaico Corinto Solar. Según la información presentada, funcionaría en las comunas de Vallenar y Freirina (provincia de Huasco, Región de Atacama). Es un proyecto por US$ 200 millones y tomaría dos años de construcción y 40 años de vida. Este parque ocuparía más de 265 hectáreas para su funcionamiento.
El proyecto quedaría emplazado en las cercanías de la fundación, en el sector de Chehueque (comuna de Vallenar). En ese sitio, los integrantes de Laberinto de Luz realizan funciones educativas y de acompañamiento con las técnicas de equinoterapia y alpacaterapia. Por ello, la directora de la fundación, Bárbara Barraza, planteó su preocupación ante la posible vulneración de derechos que traería consigo la construcción e instalación del parque.
Información transmitida al INDH
En su visita, la sede regional del INDH recibió estas inquietudes. Entre ellas se encuentran los ruidos que la maquinaria pesada produzca durante el proceso de construcción. A eso se suman las posteriormente vibraciones de las baterías de la planta. Todo ello afectaría la terapia de niños, niñas y adolescentes que presentan hipersensibilidad.
Otro efecto estaría en los animales que existen en el lugar, cumpliendo el rol de coterapeutas o guías. También, ruidos y vibraciones alterarían su conducta, pudiendo causar daño a los usuarios y usuarias de la fundación. Es posible prever una grave contaminación por las partículas de polvo expandidas en la construcción, afectando la calidad del aire.
Previendo estas vulneraciones, los integrantes de la fundación insistieron en el cumplimiento de estándares nacionales e internacionales mínimos, el respeto y promoción de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, y el valor que tiene el ecosistema circundante. Esto requiere reflejarse, plantearon, en la instauración de medidas de mitigación eficientes, lo que corresponde a la institucionalidad ambiental.